Un nuevo período escolar

Tomada de El Tigrense Diario Digital .Tulio Ramírez 08.09.25

Se inicia el período escolar 2025-2026. Para este nuevo inicio de clases, no es aventurado armar que los problemas que viene confrontando el sistema educativo formal en los últimos años, lejos de ir desapareciendo pareciera que se están agudizando. Estamos observando con alarma cómo disminuye la calidad educativa y ya no se trata de la impartida en la educación pública, sino que tal situación se extiende a buena parte de la educación privada.
Los últimos resultados de la evaluación realizada por la UCAB a través del Sistema de Evaluación en Línea, muestran lo grave de la situación. Ya no se trata de anécdotas sobre el pésimo lenguaje o la terrible escritura de tal o cual  joven estudiante de primaria o bachillerato que por casualidad nos encontramos. Esto va más allá “de lo que me dijo tal maestra” o de “la falta de cultura general que tienen los muchachos de hoy”. Se trata de datos duros que son incontrovertibles porque reflejan lo que se expresa en las anécdotas.
Que más de 18 mil estudiantes de 3ro y 5to año de bachillerato de liceos públicos y colegios privados no hayan sido capaces de aprobar un examen sobre comprensión lectora y habilidad numérica, nos debe golpear como sociedad. Algo está sucediendo en educación que se está, lamentablemente, normalizando. Resignarnos a que los estudiantes de
ahora salen peor preparados que los estudiantes de antes, es igual a consentir que la corrupción es un virus natural como la gripe, es decir, desagradable, pero con el cual hay que convivir.
Sin embargo, este apenas es uno de los problemas que se ha agravado con el paso del tiempo. El abandono de las aulas por parte de los estudiantes, no es un problema menor. Cuando se comenzó a percibir esta situación, se atribuyó a uno de los múltiples efectos de la pandemia, luego la ingresaron al saco de la diáspora y posteriormente se dudaba sobre la
veracidad de esta alerta. La encuesta sobre condiciones de vida (ENCOVI), ha revelado que en los últimos 3 no menos de 2 millones de niños y adolescentes con edad escolar no están ocupando los pupitres de escuelas y liceos.
Esta es otra cifra a la cual no se le ha prestado mucha atención. Aunque pareciera que se van a llevar acciones para ir cambiando esta terrible situación. El Plan propuesto por el ministro de Educación para “buscar” en sus casas a los muchachos que no están matriculados en los planteles, además de ser una buena idea, indica que no se pone en duda la existencia del problema.

Otro asunto tiene que ver con los docentes. Por más que se quiera edulcorar la situación, es imposible ocultar el déficit de profesores. No existen cifras oficiales sobre los cargos docentes vacantes, por lo que es difícil anunciar un número exacto. Sin embargo, la ausencia de estas estadísticas, no ha impedido la recurrente queja de padres sobre la ausencia de profesores en algunas asignaturas.
Lo cierto es que, desde hace aproximadamente unos 5 años, esta situación se ha convertido en un tema para los directores de los planteles. Se ha tenido que recurrir a profesores no especialistas para dictar asignaturas sobre las cuales no tienen dominio o a voluntarios de la “Misión Chamba Juvenil”, incluso se ha solicitado la colaboración a padres con algunas competencias en determinadas materias o asignaturas. En los casos más graves, se ha usado la fórmula de promediar las calificaciones de las materias donde sí tuvieron profesor y colocarlas como calificación final en aquellas donde nunca tuvieron una hora de clase.
Por supuesto, sin cifras oficiales esta denuncia se torna débil y difícil de sostener, basta un desmentido oficial sin mencionar las verdaderas cifras, para desacreditarla. Sin embargo, puede haber indicios que señalan que, desde las instancias ministeriales, se reconoce el problema. El hecho de que se haya realizado un llamado a los docentes que se encuentran en
comisión de servicio para que se incorporen a las aulas o que se llame a los docentes jubilados para que retomen su actividad como profesores, da algunas señales sobre una situación difícil de ocultar.
Otro tanto tiene que ver con las instalaciones educativas. La figura de los BRICOMILES no ha sido la solución de definitiva para la cantidad de planteles que ameritan reparaciones que van más allá del pintado de fachada y el arreglo de baños. Por ejemplo, los laboratorios de Física, Química y Biología fueron desmantelados en muchos liceos públicos, hay de ciencias con el tema del agua (lo cual ya es algo que la población ha normalizado), el servicio de internet es prácticamente inexistente y
hablar de laboratorios de computación suena más a entelequia que a posibilidad.
Con respecto al uso real del tiempo escolar, venimos de una experiencia que atenta contra la educación de los más vulnerables. El llamado “horario mosaico” impuesto por la fuerza de las circunstancias, redujo considerablemente el contacto del alumno con su profesor. La orientación y guía quedó en el hogar, con la desventaja de que en muchos de estos
hogares no estaba a la mano el familiar para atender, orientar y supervisar las actividades escolares que se han debido realizar en el plantel.
Por si estos problemas no fueran suficientes, se le agrega el hecho de la disminución progresiva y alarmante de la tasa de nuevos profesionales de la docencia. Las escuelas de Educación e institutos pedagógicos han visto mermar en más del 70% sus egresados durante los últimos 15 años. La carrera dejó de ser una opción atractiva para los bachilleres.
Por otra parte, para hacer la situación más compleja, la matrícula en las carreras de formación docente ha descendido en un 80% con respecto a 2008. Es posible que una de las razones de esta baja matrícula se deba a los precarios salarios percibidos por los docentes, así como a la inexistencia de programas de seguridad social. De hecho, los salarios de
nuestros maestros son los más bajos en comparación a los recibidos por sus iguales en América Latina.
Ahora bien, si los docentes que están en la nómina se están jubilando, renunciando o migrando a otras actividades laborales, y no están egresando profesores en cantidades suficientes para cubrir las vacantes, la gran pregunta que surge es ¿quién ocupara las cátedras en los próximos años?
En este nuevo año escolar deben atenderse de manera urgente todos estos asuntos. No podemos apostar al fracaso de la educación. Es imperativo detener o aminorar el deterioro de lo más preciado que se ledebe garantizar a la juventud de un país, a saber, una educación con calidad para todos.

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