RECETA DE LOS GOBIERNOS AUTORITARIOS: FUSIL, DOCTRINA Y EDUCACIÓN.
Tulio Ramírez
Los regímenes autoritarios o francamente tiránicos basados en una doctrina política, filosófica o religiosa de carácter fundamentalista, se sostienen en el tiempo sobre dos grandes pilares. Uno de ellos es la represión para anular cualquier tipo de disidencia. El otro es la ideología para justificar la necesidad del uso de la fuerza para aplastar a todo aquel que sea declarado enemigo del régimen.
El argumento siempre ha sido el mismo, la supremacía frente al otro que es diferente. La Roma imperial consideraba a los no romanos como bárbaros y como tales los trataba. No eran ciudadanos por tanto no tenían derechos pero si todos las obligaciones. Podían ser esclavizados, sus mujeres abusadas y sus propiedades confiscadas. El uso de la fuerza militar era despiadada contra esos seres distintos, pero el derecho romano la legitimaba en aras de un supuesto orden natural de las cosas. Dura lex, sed lex.
Por otra parte, se justificó la matanza y esclavitud de los aborígenes americanos no solo por la posesión de un poder de aniquilación mayor, sino por un supremacismo racial que veía con naturalidad el maltrato. Los originarios de las tierras de este lado del mundo eran percibirlos como seres carentes de razón o casi animales. Había que domesticarlos como se domestican las bestias, con premios y castigos. Los premios estaban ligados a la conversión religiosa. Al ser bautizados se les aseguraba el cielo y paz a su alma después de la muerte, como esclavos, claro.
La democracia más poderosa del mundo no ha estado exenta de estos supremacismos. Aparte de las ventajas económicas que potenciaron la esclavitud de los negros africanos en el sur de EUA, había una justificación por razones de raza que se incorporó al imaginario colectivo y que se naturalizó con la ayuda de la iglesia protestante…