POR POLITIKAUCAB EN MAY 9, 2024
Tomada de France 24
Tulio Ramírez
Una vez disipada la incertidumbre en cuanto a la selección del candidato de la Plataforma Unitaria, se avecinan momentos que difícilmente algún analista político, con renombre o no, se atrevería a vaticinar con certeza. Jugarse el prestigio como opinador es un riesgo permanente en la Venezuela del socialismo del siglo XXI.
¿Cuántas apuestas se cayeron en la designación del abanderado de la Plataforma Unitaria? Desde el “habilitarán a María Corina Machado por la presión internacional”, pasando por “Corina Yoris va seguro”, hasta “el gobierno se salió con la suya, Manuel Rosales se inscribió a última hora y a MCM no le queda más remedio que apoyarlo”, fueron algunas de las muchas “tesis” que circularon en programas de radio, reels de Tik Tok y en cientos de chats donde participan agudos analistas del acontecer político nacional.
Finalmente en el último minuto la Plataforma Unitaria decide, para sorpresa de muchos, apoyar la candidatura del embajador Edmundo González Urrutia, quien no estaba en ninguna de las quinielas de la puja candidatural. El haber asumido solo el papel de “tapa” transitoria para resguardar la tarjeta de la MUD y haber anunciado reiteradamente su desinterés por ser candidato, hizo que nadie se imaginara que iba a terminar siendo el abanderado.
El gobierno ante semejante jugada quedó desconcertado, su reacción fue torpe y tardía. A casi 2 días del anuncio como candidato de la Unidad, salieron por las redes unos tímidos mensajes acusando al Dr. Edmundo González de misógino y racista, por unas declaraciones dadas hace muchos años. Luego comenzaron una infeliz campaña colocando su edad como un hándicap negativo para ocupar el cargo de primer mandatario. Ambas campañas fueron una suerte de boomerang; propagandistas que proyectaban sus propias falencias en su adversario.
Paralelamente, y a despecho del oficialismo, comenzaron a publicarse por Twitter encuestas realizadas por ese medio donde le otorgaban más del 90% de la intención de voto al candidato opositor. Por supuesto, estas encuestas no son científicas, pero al ser muchas y con variaciones porcentuales muy poco significativas entre ellas, se creó un ambiente de entusiasmo y triunfalismo entre los seguidores del candidato González Urrutia.
Para contrarrestar esta avalancha de sondeos publicados en las redes, el gobierno anuncia que algunas encuestadoras “serias” han señalado que el porcentaje de intención de voto hacia la candidatura de Maduro está en un 55%. Cuestión difícil de creer dada la situación de precariedad en la que viven la mayoría de los venezolanos.
Otro indicador a tomar en cuenta, tiene que ver con las recientes giras realizadas por los máximos líderes de las organizaciones que representan tanto a la candidatura de González Urrutia como la de Maduro. La diferencia en cuanto a receptividad popular y presencia masiva de la gente es contundente.
Mientras la movilización oficialista dista mucho de las realizadas en otros tiempos, y el uso de autobuses para trasladar a la militancia de un lugar a otro se hace a plena luz del día y sin ningún prurito, las concentraciones organizadas por MCM son multitudinarias y llenas de entusiasmo. Es evidente que la candidatura de González Urrutia y el liderazgo de MCM han devuelto la esperanza a muchos demócratas que hasta no hace mucho estaban dudando sobre la posibilidad de vencer a una parcialidad que está apoyada con los recursos del poderoso Estado.
Ahora, si el entusiasmo ha sido contagiante, no debe ser motivo para alimentar un triunfalismo paralizante. La oposición organizada en torno a la candidatura de González Urrutia tiene delante de sí un camino predeciblemente difícil y no exento de sorpresas. Lo que está en juego no es solo un cambio de gobierno en una dinámica natural de alternancia democrática.
Hasta ahora el gobierno no las ha tenido todas consigo. El partido oficialista no logró crear opciones que dispersaran el voto opositor, tampoco logró fracturar a la oposición polarizando dos candidaturas (Rosales y la candidatura de la MUD) para tratar de colarse como ganador con su techo del 20% de los votos. Por otra parte, los últimas intentos para demostrar que todavía mantiene control social como el llamado al referéndum sobre el Esequibo y la movilización para votar por la lista de necesidades a atender por cada barrio, fueron un estruendoso fracaso por el poco poder de convocatoria demostrado.
El gobierno sabe que los candidatos opositores que hacen de comparsa en el tarjetón electoral no son capaces de mellar los votos del candidato González Urrutia, por lo que tendrán que diseñar estrategias dirigidas, no a sumar su propia votación, sino a menoscabar el cúmulo de votos opositores.
Una de estas estrategias es la opción del voto nulo. Para ello se valen de llamados de antiguos aliados, quienes hoy se presentan como severos críticos de un proceso de inscripción de candidaturas que ni les permitió ejercer su derecho a la participación. Los estrategas del oficialismo apuestan a que en torno a este llamado, se podrían aglutinar a antiguos aliados que hoy coquetean o apoyan al principal candidato opositor. En este sentido ya ha habido dos pronunciamientos públicos llamando al voto nulo, esperemos que sin mucho respaldo significativo.
De no funcionar este llamado, quedan otras opciones para espantar el voto opositor, bien a través de una campaña continuada de descrédito del candidato opositor, recurrir a la sempiterna amenaza de despidos y exclusión de beneficios sociales, enviar mensajes a García a través de las encarcelaciones de dirigentes opositores de nivel medio, quienes son los más cercanos a la gente o, en última instancia, involucrar al más alto liderazgo opositor en fantasiosas y jamesbonescas conspiraciones que justifiquen arrestos o suspensión de las elecciones por “no haber condiciones”. Esperemos que del lado opositor sigan, como hasta ahora lo han hecho, dando respuesta inteligente a cada obstáculo que se presente.
