El Prof. Tulio Ramírez, Director de Doctorado en Educación, expone un interesante análisis sobre las motivaciones políticas detrás de los cambios propuestos para la Ley de Universidades.
«La intención de los sectores ligados al gobierno del Socialismo del Siglo XXI ha sido convertir a unas instituciones que por su naturaleza deben ser críticas, en organizaciones controladas y plegadas a los dictados del poder, con lo cual se desnaturalizaría su ethos como centro para la libre creación intelectual y para la formación de un pensamiento crítico».
Derogar la Ley de Universidades vigente.
Una misma intención, motivaciones diferentes.
Tulio Ramírez
11 de mayo de 2022
Indagando sobre las diferentes posiciones en torno a la posible promulgación de una nueva Ley de Educación Universitaria, nos encontramos con que existe un acuerdo generalizado sobre la necesidad de derogar la ley vigente y aprobar un nuevo régimen legal para el sector.
Diferentes voceros han coincidido en señalar que la razón más poderosa para derogar la Ley vigente, es debido a que, cito, “es muy vieja y hay que actualizarla”.
Según este argumento pareciera que las leyes envejecen y hay que jubilarlas. Así entonces, reduciendo al absurdo, por seniles, deberían ir al asilo a vivir un digno retiro, porque constituyen una carga y dejaron de ser útiles.
No es nuestra intención caricaturizar el estado de la discusión. Todas las opiniones son respetables, pero no exentas a incurrir en exageraciones o en francos errores.
Las leyes, por principio, tienen vocación de permanencia en el tiempo, a menos que en su texto incluyan de manera clara, una fecha a partir de la cual pierden vigencia. Es lo que llamaba Kelsen la “Derogación Explícita de las Leyes”.
Son instrumentos legales para ser aplicados durante un tiempo determinado, bien porque reglamentan una transición o bien porque surgen en virtud de una necesidad temporal que, al ser resuelta, conlleva a su derogación.